viernes, 10 de noviembre de 2023

ANEXO - AMPLIACIÓN DE TEMAS

 TEMA 3.1.

Parte para aclarar en último aspecto: DESEQUILIBRIOS REGIONALES

Los desequilibrios económicos regionales en el estado español se han ido fraguando a lo largo de la Edad Contemporánea; no se pueden atribuir únicamente a factores históricos, aunque éstos contribuyan a estas diferencias. Una de las características del sistema español es el desarrollo económico desigual, visible en la desigualdad entre la zona litoral y la interior.

 

Esto se puede ligar a la industrialización y al proceso de terciarización de la sociedad y economía española. A lo largo del Siglo XIX, la Cornisa cantábrica fue favorecida por la existencia del carbón en Asturias y el hierro vasco, que servía para intercambio en los fletes por carbón inglés. Esto permitirá el desarrollo industrial de estas regiones españolas. Cataluña aprovechó la expansión industrial, del textil, en particular, como principal motor de su desarrollo regional. En ambos casos (Cataluña y País Vasco) la presencia de un grupo social dinámico como el burgués favoreció el progreso económico. El otro gran foco de poder económico estuvo representado en Madrid. La capitalidad del Estado español servirá de motor económico desde la llegada de la dinastía borbónica.

 

Por el contrario, el interior peninsular, las dos Castillas, Aragón o Extremadura no alcanzan un desarrollo industrial ni económico por lo seguirán dependiendo de una agricultura o ganadería casi de subsistencia. Todo ello marca las desigualdades económicas entre las regiones de España, que serán crecientes posteriormente.

 

 

 

 TEMA 3.3. AUGE Y ABOLICIÓN DE LA ESCLAVITUD

 

- Auge de la esclavitud decimonónica (vinculada al boom del azúcar en Cuba)

- Formación de capitales vinculados al auge de la esclavitud, y su relación con el desarrollo industrial en España (principalmente en Cataluña)

- El largo camino hacia la abolición (debate político sobre la abolición durante la segunda mitad del siglo XIX; Ley Moret, Patronato, abolición 1886)

 

 A.     AUGE DE LA ESCLAVITUD DECIMONÓNICA

 La revolución de los esclavos iniciada en Haití en 1791, lejos de ser un impedimiento para la extensión de la consolidación de la esclavitud en Cuba y Puerto Rico, fue un acicate, pues dejaba fuera la competencia de la antigua colonia francesa de Saint-Domingue.

 En el siglo XIX se asentaron los fundamentos de la nueva plantación asociada a las emergentes sociedades capitalistas e industriales. Cuba y Puerto Rico contaban con con las condiciones idóneas para el establecimiento de este sistema: disponía de una provisión abundante de esclavos, mercados exteriores sin trabas, importación de tecnología, tierras vírgenes escasamente pobladas con abundancia de agua, así como capitales acumulados que se invirtieron en la adaptación de los ingenios azucareros a las nuevas características de la producción.

 El azúcar, antes un producto de lujo, se convirtió en un artículo de consumo masivo con un precio accesible para la mayoría de la población. Pronto se insertó en una cadena de consumo mundial que integraba fases y procesos en geografías distantes: se cultivaba y transformaba en jugo de azúcar cristalizado por esclavos en Cuba y Puerto Rico, y las refinerías terminaban el producto empleando mano asalariada en EEUU o Inglaterra.

 La plantación era la unidad productiva especializada en el cultivo de este artículo y su procesamiento. Desde los inicios tendió a formar latifundios y fue contando con un creciente número de mano de obra forzada. Los ingenios azucareros contaban con cerca de 70 esclavos a fines de 1800 y en 1870 llegaban a los 500. Los altos índices de masculinidad (más del 300%) impedían la reproducción natural y obligaban a un constante flujo procedente de África. 

 De los 50.000 esclavos existentes en Cuba en 1790 se pasó a 239.00 en 1817, alcanzando el máximo en 1841 con 436.000 cautivos. El número disminuyó en 1860 a 350.000. En 1877 quedaban 200.000. En 1886 quedaban 25.000 personas en cautividad. En Cuba llegó a suponer el 43% de la población. En Puerto Rico la escalvitud no llegó nunca a representar más del 12% de la población. Las condiciones eran terribles y según testimonios de la época cada año moría de media la séptima parte de los esclavos llegados.

 

B. FORMACIÓN DE CAPITALES VINCULADOS AL AUGE DE LA ESCLAVITUD Y SU RELACIÓN CON EL DESARROLLO INDUSTRIAL EN ESPAÑA

 El comercio transatlántico de africanos esclavizados fue una actividad económica altamente rentable en la que participaron muchos españoles, especialmente durante los dos primeros tercios del siglo xix. Una actividad que ofreció altas tasas de rentabilidad en los últimos años de su fase legal (del 81,9 por 100) y algo más altas aun en los primeros años tras su ilegalización (del 123,7 por 100). Los indicios recogidos apuntan a que la ilegalización de la trata provocó un aumento tendencial de las ganancias de las expediciones, básicamente porque el precio de los cautivos en África se mantuvo bajo mientras subía notablemente el precio de los esclavos en Cuba.

 Dichos beneficios económicos se repartieron entre todos aquellos que participaron en la trata: armadores, inversores, capitanes, oficiales, marineros, consignatarios, vendedores, funcionarios... Su implicación en el comercio de esclavos permitió a muchos individuos conseguir sus primeros caudales, con los que pudieron luego emprender su carrera empresarial en otros negocios. Como revelan los ejemplos analizados, en la España peninsular este fenómeno afectó, sobre todo, a las principales ciudades, las cuales se beneficiaron de la inversión de unos capitales acumulados previamente en la trata africana. Es más, dicho comercio ilegal de africanos esclavizados estuvo detrás de algunas de las principales fortunas de la España del siglo xix

 

Ejemplo de ello es el capitán negrero Antonio Vinent, que tras hacer fortuna con la organización de expediciones negreras, llegó a Madrid en 1864, se convirtió en senador vitalicio y fue nombrado por Isabel II marqués de Vinent. En 1871 fue uno de los fundadores del Banco de Castilla y, más adelante, del Banco Hispano Colonial. 

 Otros, como Antonio López, futuro marqués de Comillas, atendían a los alijos de tierra, es decir, recibía a los cautivos africanos que descarbaban clandestinamente en la región oriental de Cuba diferentes buques negreros y los trasladaban a la región occidental vendiéndose con grandes ganancias. Tras más de diez años en Cuba, Antonio López se instaló en Barcelona en 1855 y creó la firma Antonio López y Compañía, la mayor compañía naviera española, además de diferentes sociedades financieras. En 1881 fue el primer presidente de la primera multinacional española, la Compañía General de Tabacos de Filipinas. Al morir dejó una de las mayores fortunas de Cataluña y un importante patrimonio inmobiliario en Barcelona.

 

C. EL LARGO CAMINO HACIA LA ABOLICIÓN

 En 1865 la presión de Estados Unidos, en el contexto de la guerra civil y de las medidas abolicionistas adoptadas por Washington se hizo notar en el gobierno español. El embajador en aquel país recomendó la abolición inmediata y en Madrid surgió una Sociedad Abolicionista. 

 En 1865 el ministro de Ultramar Antonio Cánovas del Castilló promulgó un decreto sobre la extinción de la trata que, prácticamente, no tuvo consecuencias. Los reformistas cubanos, ante el temor de que se impusiera un plan abolicionista radical por parte del gobierno, fijaron una serie de condiciones conducentes a una abolición gradual e indemnizada. 

 Las juntas revolucionarias de 1868 incluyeron entre sus peticiones la abolición de la esclavitud en Cuba y Puerto Rico. SIn embargo, esta encontró dos obstáculos. Por un lado, la oposición de los dirigentes progresistas, que no deseaban introducir reformas en la estructura social de España y sus colonias. Por otro, la posición de la Unión Liberal, que deseaba atraer las simpatías de los propietarios de las colonias.

 En 1868 estalló en Cuba un movimiento armado que reclamaba la independencia. Entre sus reivindicaciones iniciales no se encontraba la de la abolición de la esclavitud, pero la creencia de que había de producirse de manera inminente, hizo que la incluyeran. El movimiento independentista desató en la Habana y en todo el occidente esclavista de la isla una reacción integrista-española opuesta a cualquier cambio político o social. Los integristas crearon una milicia, el Cuerpo de Voluntarios, y supieron imponer sus intereses al gobierno español empleando todos sus medios financieros, sus contactos, la acción política y la propaganda. 

 En 1870 Segismundo Moret, ministro de Ultramar, elaboró una Ley Preparatorio de la abolición de la esclavitud en Cuba y Puerto Rico, aprobada el 23 de junio de 1870 entre grandes discusiones. En 1870 la Ley declaraba los vientres libres desde el 23 de junio de 1870 e instituía un patronato para los menores, declaraba libres a los nacidos desde el 17 de septiembre de 1868, previa indemnización a los dueños y concedía la libertad a los mayores de 60 años. Desde ese momento, la esclavitud dejó de hallar en la procreación un medio de reproducrise y el número de esclavos fue reduciéndose.

 Las presiones de los hacendistas cubanos fueron decisivas en las circunstancias que rodearon al asesinato de Prim y en la abdicación de Amadeo de Saboya. Aunque la I República adoptó la causa abolicionista como un símbolo del cambio político, la llegada de los borbones, con Cánovas del Castillo, hizo que los intereses de los hacendistas cubanos volvieran a imponerse. En 1878 mediante el Pacto del Zanjón, el general Arsenio Martínez Campos puso fin a la guerra de Cuba, pero su petición de reformas en la isla, en aras de conservar la provincia, le costaron el puesto. 

 En 1880 la Ley de abolición de la esclavitud de 13 de febrero daba lugar a un patronato de 8 años. La extinción gradual por cuartas partes se haría por edades, de mayor a menor edad, desde el quinto año. Los patronos conservaban facultades coercitivas y disciplinarias. En 1883 se suprimió el cepo y el grillete como castigos corporales característicos del patronato. Sin embargo, la principal causa por la que se dejó de ser esclavo fue la defunción. En 1886 se extinguió el patronato en España y dos años después, lo hizo en Brasil. 

 La adaptación al empleo de trabajo libre fue rápida, gracias a la llegada de un numeroso contingente inmigrante español y a la adopción de modernos equipos industriales. 

 

CONCLUSIÓN

 Se cerraban cuatro siglos de esclavitud negra en América. Quedaba en América una herencia de segregación y una cultura de racismo que llevaría tiempo superar. En España se daban pasos rápidos hacia el olvido.

 



TEMA 6.1. Internacionalización de la Guerra Civil

 





TEMA 6.4. Consecuencias demográficas Guerra Civil española

Ver los siguientes enlaces:





TEMA 7.6 . OPOSICIÓN AL FRANQUISMO: EL EXILIO

La frase exilio republicano español se refiere al exilio del conjunto de ciudadanos de la segunda república española que se vieron forzados a abandonar su tierra natal y desplazarse a otros países. Esto se debió ya fuera a motivos políticos e ideológicos o por temor a las represalias por parte del bando vencedor y del régimen político español. Los exiliados permanecieron en el extranjero hasta que la evolución de las circunstancias internas del país les permitió regresar paulatinamente, aunque fueron muchos los que finalmente se integraron en las sociedades que les dieron refugio y, en algunos casos destacados, contribuyeron incluso a su desarrollo.

Una gran parte de los primeros refugiados—hasta 440 000 en Francia según un informe oficial de marzo de 1939[]​—tuvieron que afrontar inicialmente duras condiciones de vida, que se agravaron como resultado del estallido de la guerra mundial. Aunque muchos de ellos lograron regresar en la década de 1940, el exilio republicano «permanente» quedó constituido por unas 220 000 personas, muchas de las cuales eran excombatientes, políticos o funcionarios comprometidos directamente con la causa republicana. Empero, entre ellas había también miles de parientes y civiles, junto con un número significativo de niños, intelectuales, personalidades de la cultura y artistas, científicos y docentes, y personas de profesiones cualificadas, lo que supuso un condicionante más en el proceso de reconstrucción del país a consecuencia del conflicto.[]

Los principales países de destino fueron, en particular, Francia, México, Argentina y la Unión Soviética, aunque también fueron amparados grupos importantes en otros países europeos y americanos tales como Uruguay, Chile, Colombia, Venezuela, Cuba, Perú, República Dominicana, Estados Unidos y el Reino Unido.[

Ante el problema de los refugiados españoles, el gobierno francés inicia negociaciones con países latinoamericanos para que los reciban, aunque al principio sólo recibe tres respuestas afirmativas: México, Uruguay y Chile.[

En febrero de 1939, el presidente de México, Lázaro Cárdenas, aceptó recibir a una parte de los exiliados, siguiendo el ejemplo de Chile que ya había fletado el Winnipeg.]​En México, y otros lugares de América, se instalaron las instituciones republicanas en el exilio, el Gobierno de la República, las Cortes del Exilio y los gobiernos autonómicos de Cataluña o Euskadi.

México fue el único país que recibió a los exiliados con los brazos abiertos.[]​ Al final, el país acogió al 15% de todos los exiliados, convirtiéndose así en el segundo mayor receptor después de Francia.[]​México asignó fondos del estado para establecer la institución cultural Casa de España en México (1938–1940).  Otros países que acogieron a los refugiados—alrededor de 2 000—fueron Argentina, Venezuela, Colombia y Cuba.[

El 19 de octubre de 1939, de La Rochelle partió el buque trasatlántico Massilia, que llegó a Buenos Aires, Argentina, el 5 de noviembre.]​ Iban a bordo 384 personas de varias nacionalidades, que huían de la guerra en Europa. Más de la mitad eran intelectuales republicanos españoles de diversas profesiones y oficios que se oponían al franquismo.​

El escritor Rafael Alberti y el compositor Manuel de Falla se exiliaron en Argentina. El físico Blas Cabrera se refugió en México, al igual que los escritores Tomás Segovia, Emilio Prados, José Bergamín. El médico y biólogo Severo Ochoa, los filólogo Américo Castro y Tomás Navarro, el escritor Ramón J. Sender, el profesor y político Fernando de los Ríos y la familia de García Lorca fueron a los Estados Unidos.  De esta manera la Generación del 27 quedó dispersada por Europa y América.





TEMA 7.7.  LASOCIEDAD DEL FRANQUISMO





TEORÍA TEMA  8
















TEMA 9. CRISIS DEL SISTEMA DE LA TRANSICIÓN  

GUION PREGUNTA

 a) Capítulo 7: “Una periodización de la economía española en democracia”, 
b) Capítulo 8: “Crisis económica y transición política (1975-1985)”.  
c) Capítulo 9: “De la entrada en la CEE al euro (1986-1998)”,
d) Capítulo 10: “Euro, burbujas, crisis económica y austeridad (1999-2011)”, 
   
9.1/8.6: Crisis económicas del sistema: años 80 (reconversión industrial) y crisis de 2008.  

La globalización y la adhesión de España al proyecto europeo han influido enormemente en la economía española a través de líneas prioritarias y nuevas reglas de juego, con independencia del partido en el gobierno. La política económica ha venido dictada por los compromisos y  que las instituciones y la política comunitaria han ido imponiendo cada vez de forma más contundente a sus socios, limitando su soberanía, especialmente en el terreno económico.   

Durante el periodo se han sucedido coyunturas expansivas y depresivas. - Entre 1975 y 1982 en paralelo con la crisis internacional y la transición en España (que retrasó las respuestas), se vivió una grave crisis, en la que se perdieron las ganancias en el PIB que se habían conseguido en los años de desarrollismo. - Entre 1982 y 1992 tuvo lugar una fase expansiva en la que se consolidó el estado del bienestar. - La crisis de 1992 y 1993 fue especialmente aguda en España. - Desde 1995 hasta 2007 se produjo una fase de crecimiento fuerte y prolongado, con una media de crecimiento anual de 3,5%. Este periodo se caracterizó por la formación de una burbuja inmobiliaria y un fuerte endeudamiento de familias y empresas y la llegada de abundante población extranjera. - La burbuja inmobiliaria estalló en 2007 y 2008, inaugurando un período fuertemente recesivo, que llevaría, además, a una crisis de deuda soberana, a un desempleo histórico y a la devolución de España al grupo de países más desiguales de Europa, como al comienzo del periodo, una herencia del franquismo.  

1. Crisis económica y transición política 1975-1985  

La respuesta que dieron los países capitalistas a la crisis del petróleo de 1973 fue de carácter neoliberal y rompió los valores y principios del estado del bienestar que se había construído en  la posguerra y que se sostenían en una industria “fordista”. Se basó en tres pilares: 

● Una reconversión industrial, que troceó procesos, desplazó la producción a terceros países y abrió nuevos mercados. 
● Un proceso de desregulación, de privatización y de financiarización de la economía. La política de lucha contra la inflación presionó hacia la moderación salarial y la reducción de mecanismos de redistribución de rentas y provisión de bienes públicos (recortes en cobertura social). 
● Se legitimó el “status quo” a través de nuevos valores que fomentaban el individualismo, la fragmentación social y la resignificación de las demandas sociales de justicia e igualdad.  

Esta estrategia se tradujo en reformas profundas de los mercados de trabajo, financiero y de bienes y servicios. Desde los años setenta y ochenta se dio mayor autonomía y libertad de acción al capital: desaparecieron las trabas a la movilidad y se redujo el margen de negociación entre el capital internacional, los estados y los trabajadores. Ello hizo que las ganancias en productividad no se tradujeran en ganancias salariales. Las familias mantuvieron sus niveles de consumo gracias a la bajada de precios por la globalización, la incorporación de más miembros de las familias al trabajo (las mujeres) y el mantenimiento del papel de cuidadoras de las mujeres, permitiendo a los estados no desbordar su factura social . Este proceso vino de la mano de una cesión de la soberanía, en el caso de España, hacia Europa, especialmente tras el tratado de Maastricht.   

Durante el primer gobierno tras la muerte de Franco, con ARIAS NAVARRO (1975), y con ADOLFO SUÁREZ (julio de 1976), las decisiones políticas retrasaron y amplificaron las consecuencias de la subida del petróleo y la transición energética de la industria española. Adolfo Suárez priorizó el proceso de desmantelamiento institucional del franquismo. Tras la victoria electoral de junio de 1977 trasladó a la población la necesidad de sostener el ajuste económico y con la participación de todos los agentes políticos y sociales diseñó los Pactos de la Moncloa, que adaptaban la economía española al contexto político y preparaban la entrada en la CEE (Comunidad Económica Europea).
   
La incidencia especialmente grave de la crisis de la industria española tiene que ver con su debilidades. España se había especializado en industrias intensivas (mucha energía y mucha mano de obra poco cualificada), que perdieron competitividad con la globalización.El incremento del precio de la energía, de la mano de obra y de la financiación, hizo que muchas redujeran su producción o quebraran, generando un incremento del paro. El incremento del paro se debe también a la ruptura del modelo económico franquista, que se basaba en un tejido industrial de empresas muy pequeñas e ineficientes, protegidas de la competencia internacional y de las reivindicaciones laborales, debido a la dictadura. Además, el ingreso al trabajo de la generación del baby boom, además de la mujer, que con el final de franquismo se liberaba de las restricciones previas, provocaron un crecimiento del paro. Los sectores feminizados quedaron fuera de los esfuerzos de reindustrialización y de los acuerdos sindicales.  

En 1982 el PSOE de FELIPE GONZÁLEZ ganó las elecciones con un programa keynesiano (un sector público muy activo en sus facetas reguladora y distribuidora, además de garante de niveles elevados de demanda). Igualmente procuraba construir un estado del bienestar que no existía. Sin embargo, la política económica del PSOE se distanció de su programa, debido a la deteriorada situación económica, el clima político con fuertes demandas sociales, las exigencias para entrar en la CEE y el cambio de rumbó político de los países industrializados. Un hito importante fue el cambio político y el viraje económico que dio el Partido Socialista de Francia, con François Mitterrand, que se vio obligado a rectificar su programa y anticipó el cambio del PSOE.

Para “sanear la economía” se tomaron, entro otras, la siguientes medidas: política monetaria restrictiva, concertación social para evitar escalada de salarios y precios, devaluación de la peste y rigor presupuestario. Los logros en equidad se obtuvieron por la redistribución a través de impuestos y prioridades de gasto y un aumento del gasto social.   

La reconversión industrial afectó, especialmente, a la industria pesada. La siderurgia, los astilleros y la automoción absorbieron los mayores esfuerzos económicos. Aquí, los sindicatos ofrecieron una fuerte resistencia y obtuvieron condiciones favorables para sus trabajadores, que supusieron un alto coste para el erario público. Se dejaron de atender otros sectores feminizados y las regiones donde se iba desmantelando la industria perdieron dinamismo para las generaciones futuras.  Añadido al costo de la reconversión industrial, la construcción del estado de las autonomías y del estado del bienestar elevaron el déficit.  

La Ley Básica de Empleo que entró en vigor en 1984 estableció varias modalidades de empleo temporal. Desde entonces la alta tasa de temporalidad se ha erigido en un problema estructural del mercado de trabajo español.   

2. De la entrada en la CEE al euro (1986-1998)  

La entrada de España en la CEE el 1 de enero de 1986 fue un momento de júbilo en todo el país, así como de cierta euforia económica. La opinión mayoritaria de la población era identificar Europa con democracia, mayor bienestar y más igualdad y también, con la llegada de fondos comunitarios. España siempre fue el mayor receptor de estos fondos. Pero el ingreso en la CEE también supuso la entrada de inversión directa extranjera atraída por los procesos de privatización y por la especulación. También, la modernización de las estructuras económicas, avances en legislación social y un pérdida de soberanía, que obligaba a ajustes en salarios y gasto público. En 1989 España entró en el Sistema Monetario Europeo que conducía a la creación de una moneda única. El tratado de Maastricht firmado en 1992 creaba un espacio sin fronteras interiores que garantizaba la libre circulación de mercancías, personas, servicios y capitales e instauraba una moneda única. Implicaba avanzar en flexibilidad de mercados de trabajo y en política de competencia y convergencia económica entre los estados. Sin embargo no incidía en las consecuencias sociales de estas medidas ni establecía una hacienda común cuyos fondos permitieran subsanar los desequilibrios entre regiones. La crisis del 1992 y 1993 obligó al PSOE a aplicar medidas de ajuste: flexibilización del mercado de trabajo, desregulación de sectores protegidos (comunicaciones,transporte, petróleos), reducción de organismos públicos. La retórica de la competitividad a través de la moderación salarial se acentuó, lo que produjo una disminución de las rentas, la pérdida de productividad y la creación de empleo precario, en favor del excedente empresarial.  

Esta dirección se acentuó con la llegada del PP al gobierno en 1996. El ideario neoliberal del PP coincidía con las políticas que se exigían desde Bruselas. Un buen ejemplo se puede encontrar en la política de privatizaciones que se llevó a cabo de manera masiva y que afectó a sectores como el de la telefonía o la energía, lo que permitió al Estado obtener importantes ingresos que permitieron converger con los criterios de entrada en el euro. Sin embargo, los monopolios estatales fueron sustituidos por oligopolios muy conectados con los partidos políticos (puertas giratorias) y un poder de mercado poco favorable a la competencia y a los intereses de los consumidores. La entrada en el euro exigía unos criterios muy estrictos de control de la inflación, el déficit público, la deuda pública, los tipos de interés y un tipo de cambio que no se hubiera devaluado en los dos últimos años. Los países centrales, especialmente Alemania, que había vivido un difícil proceso de unificación, permitieron cierta ingeniería financiera (maquilar los datos) que permitió dar por buenos algunos resultados.  

La escasa conflictividad social y sindical de los años previos a la entrada en el euro permitió cumplir los criterios de convergencia, a pesar de las exigencias. En España, más Europa se seguía identificando con más democracia, bienestar e igualdad, por lo que se consideraba que la meta era beneficiosa a medio plazo. Las reformas, además, tuvieron lugar en un periodo expansivo de la economía, ligado al boom inmobiliario, con una gran actividad económica y empleo. Aunque el auge de la economía española se basaba en la reducción de costes laborales (empleo temporal y de baja calidad) y la inversión y el endeudamiento de familias y empresas en la construcción.  Se garantizaba las ganancias para las rentas más altas. En España la competitividad no vino de la mano de la innovación la mejora en la calidad de los productos.  

3. Euro, burbujas, crisis económica y austeridad  

La moneda única (1999) implicó un mayor grado de integración que un mercado único. Tenía efectos positivos respecto a la eliminación de los costes de transacción y el riesgo de tipo de cambio, sobre todo en el caso de una economía menos desarrollada, como lo era la española. Sin embargo, no deja margen para la acción política y democrática de los estados, que deben amoldarse a los intereses de Bruselas, que no son neutrales y tienden a favorecer a las grandes economías. De ello se ocupa el Banco Central Europeo.  

La Unión Monetaria promovió la aparición de divergencias crecientes entre el centro y la periferia de la zona euro. Destacan los países centrales, con un superávit y balances positivos y grandes exportaciones (norte de Europa), y una periferia condenada a un mayor déficit para financiar los desequilibrios (sur de Europa). El Euro era un “traje” igual para todos, cuando las diferencias eran muy grandes.  

La llegada del Euro aceleró la moderación salarial, la concentración de rentas en niveles elevados y no logró frenar la inflación, por el peso de los oligopolios. Además, España no supo aprovechar los fondos que llegaban desde Europa, que invirtió en engordar una burbuja de la construcción. Este boom inmobiliario comenzó con la Ley del Suelo de 1998, que declaró urbanizable casi cualquier terreno, excepto los espacios protegidos. El exceso de ahorro de países como Alemania se dirigió hacia el sur de Europa (Grecia, España…) y, mediante un crédito barato, financió la burbuja inmobiliaria. Cada año se construía un 10% más que el anterior y no solo viviendas, también infraestructuras públicas de escasa utilidad social que venían ligadas al sobrecostes, enriquecimiento de personas concretas y financiación ilegal de partidos (corrupción). El boom de la construcción fue posible también gracias a la llegada de extranjeros, se pasó del 1,6% de la población en 1998, al 11,4% en 2007, que aportaron la mano de obra necesaria. El paro se redujo y llegó al 8,3%. En 2006 y 2007 las ganancias fueron tales, que el estado llegó a disfrutar de superávit. Sin embargo, en 2007 la burbuja estalló. Se había dado una saturación de demanda, el crédito comenzó a endurecerse y los especuladores y la inversión extranjera se retiraron del mercado. Así, comenzó una recesión que llegó hasta 2014 y en la que se alcanzó un paro de 26% en 2013. La pérdida de empleo afectó especialmente a varones con escasa formación. Las familias, al perder el trabajo, no pudieron hacer frente al pago de las hipotecas y se sucedieron los desahucios. Las empresas, al no poder acceder al crédito, también quebraron. España volvió a convertirse en una de los países más desiguales de Europa, como al final del franquismo.  

En un primer momento, el gobierno de RODRÍGUEZ ZAPATERO procuró hacer frente a la deuda con planes keynesianos, en el marco de las instrucción del G20, impulsando el Plan E, dotado de 16.000 millones de euros, que debía invertirse en generar empleo de calidad, pero que se dedicó a la mejora de caminos e infraestructuras, amortiguando colapso, especialmente entre los empleados varones que habían perdido el trabajo por la caída de la construcción.  Sin embargo, en 2010 las directrices europeas viraron hacia la austeridad y priorizaron el pago de la deuda a los inversores de los países centrales (Alemania y Francia). La crisis financiera provocó una crisis de deuda soberana. En 2012 llegó un rescate de la banca que socializaba sus pérdidas, y que suponía 41.5000 millones. Estas políticas se llevaron a cabo con independencia del partido gobernante (PSOE, de Rodríguez Zapatero, y PP de MARIANO RAJOY). Con la crisis de 2007 la UE dejó de ser sinónimo de más democracia, bienestar e igualdad y quedaba patente la realidad de un país tutelado por el Banco Central Europeo. Las medidas de austeridad impuestas a los distintos gobiernos aumentaron la desigualdad económica, la pobreza y dejaron a los jóvenes sin oportunidades. Se desvelaba, igualmente, el déficit democráctico asociado a políticas que no son nuestras y en la que se generaban vencedores y perdedores en función del género, la clase social, la edad, la ocupación, las regiones y estados de la UE. Esta quiebra conlleva al avance de otras opciones políticas euroescépticas en un proceso global que pone en cuestión la globalización.  



 

 

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